Wednesday, October 22, 2014

El nanotatuaje

Ella tenía en su brazo moreno tostado un hermoso diseño. Era un tatuaje del futuro. Las nanomáquinas devoraban parte del tejido continuamente y regeneraban las células a los límites del diseño haciendo una barrera, un trazo microscópico. También mantenían vivas y limpias las heridas en todas las capas; los músculos e incluso los huesos al descubierto se veían prístinos, y brillaban pornográficamente a la luz del sol. La sangre que debía llegar a las manos y al resto del brazo fluía quizás por otros lados. Eso nunca lo entendí bien. El caso es que uno vivía perfectamente bien con un exótico diseño tribal, o de arte semi-arquitectónico tipo M.C. Escher, hecho todo con las propias partes de una sección del cuerpo. Un coctel de mutilación dinámica y analgésicos. Esa era parte de la clave. Y es donde yo a veces me preguntaba ¿qué haría un cuerpo que no sabe que está pasando por tanto dolor? Algo debe quedar en la memoria de la piel. Más allá de los nervios y los sentidos. Pero esto es algo que no se pregunta. 

Mi abuelo me contaba de los sencillos agujeros que tenía en las partes blandas de su cuerpo y de cómo gente estúpida le preguntaba si le había dolido, sólo para hacer conversación. "¿Dónde quedó el dolor?" me sigo preguntando

No se puede tener belleza sin un poco de aquello.